La necesidad de cuidados es una más de las realidades de la vida, que se hace especialmente presente cuando las personas alcanzamos cierta edad o cuando existe una situación de dependencia por alguna otra razón (como una discapacidad o una enfermedad incapacitante). Ante ello, la autonomía se convierte en un factor central.
En este texto, desde SelectiaHome queremos hablarte del peso específico que tiene la autonomía en la vida y el bienestar de la persona cuidada, pero también en los de sus cuidadores y familiares. Tras recordar brevemente los beneficios que nos brinda, te damos unas pautas básicas para poneros manos a la obra.
Todo ventajas
Es fácil darse cuenta de que es sumamente positivo para la persona cuidada mantener la capacidad para realizar las tareas cotidianas de autocuidado y del hogar, como pueden ser lavarse, vestirse, cocinar, hacer la compra… Es una manera funcional y accesible de ejercitar las habilidades psicomotrices que de otra manera se van deteriorando progresivamente.
También las capacidades cognitivas sufren con el tiempo, y tareas como escribir la lista de la compra, planear un menú o hacer una gestión administrativa sencilla son ejercicios mentales más que recomendables. En su conjunto, todas estas actividades mejoran la autoestima de la persona cuidada y, en un sentido amplio, su bienestar emocional.
Desde otra perspectiva, la familia y los cuidadores se benefician también de la autonomía de la persona cuidada. Supone, de entrada, un menor desgaste físico, intelectual y psicológico. Y desde una perspectiva emocional nos ayuda a que la relación con la persona que cuidamos sea más sana y positiva.
Los elementos esenciales para fomentar la autonomía
Es imposible decir exactamente cómo estimular la independencia de nuestros mayores porque cada caso es diferente, pero sí podemos indicarte algunas pautas generales que funcionan.
Un plan de cuidados
Merece la pena tomarse un momento para reflexionar y, a partir de nuestras circunstancias particulares, hacer una lista con las tareas que creemos que puede realizar la persona que cuidamos, fijando unos niveles de progresión, e integrar estas tareas de forma explícita en el plan de cuidados que establezcamos.
Acompañamiento sin anulación
Nuestro objetivo es convertir las tareas en estímulos, y para ello es necesario buscar un equilibrio entre independencia y ayuda. Es evidente que fomentar la autonomía es dejar hacer; siempre desde el acompañamiento y manteniendo una actitud proactiva, pero sin caer en la anulación, una de las malas prácticas más frecuentes en el cuidado de mayores.
Paciencia, constancia y refuerzo
Volviendo sobre la cuestión de la actitud, lo cierto es que a veces delegar tareas en la persona cuidada puede ser exasperante… Por ello es fundamental que seamos capaces de armarnos de paciencia y de ser constantes en nuestro acompañamiento, sin desesperar ante las dificultades y reforzando cada resultado positivo.
Un entorno accesible
No podemos exigir una funcionalidad por encima de las posibilidades físicas de la persona cuidada. Cuando se ha producido una disminución de las capacidades motoras, es interesante facilitar la autonomía eliminando las barreras físicas “insuperables”. El ejemplo clásico es la sustitución de la bañera por un plato de ducha o la colocación de barandillas y agarres.
El componente social
Tampoco conviene olvidar la influencia de las relaciones sociales y afectivas en la motivación, que no deja de ser la “gasolina” de la persona cuidada para ser autónoma. No es lo mismo hacer una manualidad que realizar un regalo para un nieto, ni es lo mismo salir de paseo que pasear con las amigas del barrio. ¿O no?
La mejor ayuda para el cuidador es la que viene de la persona cuidada
Y para encontrar a esa persona que se adapta a las necesidades de tu familia, no dejes de consultar con nosotros para informarte.
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